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EL ARTE DE VIVIR DEL LITIGIO


Una reflexión sobre el conflicto como forma de vida

 


Vivir del litigio es más que ejercer una profesión: es aprender a habitar el conflicto sin dejar de ser humano.

 


Litigar no es solo aplicar el derecho. Es entrar en un mundo donde el desacuerdo es la materia prima y el conflicto, el escenario de trabajo. Donde otros ven problemas, el litigante ve estructura, estrategia, posibilidad. Este oficio exige más que conocimientos técnicos: pide temple. Porque aquí se vive con plazos que corren, audiencias que se suspenden, sentencias que tardan. Y mientras tanto, alguien espera respuestas. Y esas respuestas, se espera, las da el abogado.


Poco se dice del litigio real: el que se hace frente a una pantalla, corrigiendo escritos a medianoche, esperando una notificación que no llega, lidiando con un expediente extraviado. La televisión muestra juicios brillantes y discursos memorables. La vida real está hecha de silencios largos, pasillos estrechos, salas vacías. Y sin embargo, ahí también se juega el derecho. O más bien, se lo defiende.


Muchos clientes no saben lo que quieren. Dicen que buscan justicia, pero muchas veces quieren reparación emocional, revancha, o simplemente que alguien los escuche. El abogado, entonces, debe ser traductor, terapeuta y escudo. Debe sostenerlos sin absorber sus miedos, contener sin cargarlos, aconsejar sin prometer lo que no puede controlar. El arte está en el equilibrio.


La ley permite. La moral pregunta. ¿Hasta dónde defender lo que es legal pero no justo? ¿Dónde está el límite entre la estrategia y el oportunismo? El litigante que no quiere perder el alma debe fijar su propio código. Porque el sistema a veces premia al más rápido, no al más correcto. Y en esa carrera, uno puede llegar lejos… pero solo si se reconoce en el espejo al final del día.


Hay un cansancio que no se ve en los ojos, pero pesa en el cuerpo: el del litigante que lleva años sosteniendo causas que no son suyas, con la ilusión de que algún día, todo ese esfuerzo hará sentido.


Y sí, hay días en los que parece que nada vale la pena. Pero entonces ocurre algo: un cliente agradece, una sentencia sale a favor, una verdad se valida. Y todo vuelve a tener sentido, aunque sea por un rato.


Uno de los mayores dolores del litigante es constatar que justicia y ley no siempre caminan juntas. Hay casos en que lo legal favorece al injusto, y lo justo no encuentra amparo legal. Ahí es donde se define el abogado: ¿se limita a cumplir o intenta transformar? ¿Acepta o empuja los límites del sistema? Algunos callan. Otros argumentan. Y a veces, uno de esos argumentos cambia algo.


En el litigio, el ego puede ser motor o ruina. El tribunal es escenario, y ganar un caso puede inflar más que cualquier elogio. Pero quien vive solo para ganar, tarde o temprano pierde el rumbo.


El verdadero profesional defiende sin humillar, argumenta sin aplastar, gana sin vanagloriarse. Porque sabe que el enemigo de hoy puede ser el colega de mañana. Y que lo que importa no es cuántas veces ganaste, sino cómo peleaste.


Al final del camino no quedan trofeos ni discursos. Quedan personas. Historias. Agradecimientos. Y ojalá, el recuerdo de haber hecho las cosas con dignidad. Porque vivir del litigio no es sólo sobrevivir en un sistema hostil. Es, si se hace bien, contribuir a que ese sistema sea un poco más justo. Un poco más humano.


Este no es un camino fácil. Hay días de gloria y días de frustración. Pero si el abogado logra no perder su centro —si recuerda por qué empezó—, puede vivir esta profesión con orgullo.

 

Litigar, al fin y al cabo, es vivir con los pies en el conflicto y el corazón en el servicio.

 

 

 

 

 

 



Notas.

Capograssi, Giuseppe. El problema de la filosofía del derecho. Fondo de Cultura Económica, 2005.

Cárdenas Gracia, Eduardo. Deontología jurídica: Ética del abogado. Dykinson, 2014.

Cohen, Eduardo J. Ser abogado: una profesión de riesgo. Ediciones Jurídicas Cuyo, 2008.

Dworkin, Ronald. Los derechos en serio. Ariel, 1984.

Kovadloff, Santiago. Los apremios del día. Edhasa, 2005.

Nino, Carlos Santiago. Ética y derechos humanos. Ariel, 1989.

Perelman, Chaïm. Tratado de la argumentación: La nueva retórica. Gredos, 1989.

Senne, Ana Luiza. “Burnout y estrés en el ejercicio de la abogacía.” Revista Brasileira de Psicologia Jurídica, vol. 7, no. 2, 2017, pp. 45–60.

Silva Sánchez, Jesús-María. La justicia penal como espectáculo. Tirant lo Blanch, 2016.

Bobbio, Norberto. El tiempo de los derechos. Sistema, 1991.

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