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EL JUEZ COMO LÍDER

En lo que llevo escribiendo en este espacio dedicado al liderazgo del abogado no había tenido la ocasión de abordar el tema enfocado a la figura del JUEZ, el ser humano designado a impartir justicia, sus decisiones muchas veces controvertidas y a menudo puestas en juicio por la opinión pública así como por los medios de comunicación.


Este escrito es una reflexión sobre el papel del juez, quien considero debe convertirse en un líder de su despacho.


Tengo la creencia de que el Juez, es uno de los perfiles más puros en cuanto a la vocación de servicio, cualquiera que sea su rango, ya sea Juzgado Promiscuo, Municipal, del Circuito, Tribunal y Altas Cortes.


Los jueces imparten justicia y además administran sus Juzgados, por lo que son administradores por excelencia. Los jueces gestionan su producción jurisdiccional, es decir que tienen objetivos que cumplir (resultados), los cuales programan y establecen la forma en que se realizará el trabajo (organización y planificación), tienen colaboradores que son importantes para la consecución de tales objetivos (integración de equipo), establecen los caminos para cumplir metas (dirección), supervisan el trabajo diario y el cumplimiento de metas (control) además manejan insumos. No se debe olvidar jamás que el Juez es el único responsable de la consecución de metas de su Juzgado y que dichos logros se suman a las metas institucionales.


Lo anterior son entre otros atributos o en otras palabras funciones gerenciales del Juez como director del despacho, de estos podemos evidenciar que son características de un Coordinador, director o jefe pero serán estas funciones suficientes para señalar al Juez como líder?


Considero que por el sólo hecho de ejercer el cargo, no, por más importante que sea este en la vigencia del Estado Constitucional de Derecho.


En su libro el Liderazgo Lateral, Fischer y Sharp sostienen que lo primero que tiene que hacer una persona para ser líder, no es buscar un cargo, sino que se debe adquirir habilidades personales, clarificar metas y luego influir en los demás. Una persona que aspira a ser líder sin cargo, tiene que aumentar su capacidad de aportar desarrollando cinco destrezas: Definir propósitos, disciplinar los pensamientos, aprender continuamente, entregar el mejor esfuerzo y retroinformarse (feedback).


¿Cómo llega un Juez a ser líder?


El juez para ser líder de manera adicional a su labor jurisdiccional debe inspirar no solo a su equipo también a todos los que lo rodean por fuera de su despacho, para esto debe propiciar la creación de una cultura de valores en el entorno en el cual se desempeña, tanto en la familia, como en el trabajo o en la Corte. De esta manera contagiará con su actitud a los demás compañeros de trabajo y personas allegadas y convertirá su centro de trabajo en un centro de tolerancia, respeto y justicia.


Lo que se necesita para desarrollar un liderazgo transformador en la magistratura, no son jueces “estrellas” sino jueces de las tres “H”: honrados, humanos y humildes.


Hablar de honradez en la persona del Juez es ser honesto en el actuar, es no engañar, porque al juez líder no se le otorga el “derecho a mentir”. Ser honrado implica no caer jamás en actos de corrupción y no tener como objetivo ingresar a la magistratura para amasar riquezas. El Juez líder encuentra la verdadera riqueza en la felicidad que le genera otorgar un buen servicio al público.


El juez debe ser humano. En el quehacer judicial se debe cultivar un imperativo de solidaridad humana, la justicia no requiere de verdugos, tampoco de jueces inflexibles y extremadamente rígidos, la justicia requiere de jueces humanos porque trabajan para seres humanos.


El juez debe ser humilde, y aquí considero hacer un relato previo del juez “estrella”. Existe una original tipología de jueces. Los hay políticos, burócratas, justicieros, estrellas, etc. En este rubro nos interesa el juez estrella. Nieto anota que el juez estrella se mueve en la nebulosa franja que separa a los justos de los justicieros…, es eficaz como los primeros y psicópata como los segundos. Javier Gómez de Liaño, buen conocedor de este mundo, ha dedicado a esta figura unas observaciones contundentes: “El juez estrella es un juez hambriento de éxito y fama; deslumbrado por su propia valía. Se considera por encima del resto de los colegas. Consciente de ser el número uno hasta el punto de proponerse la sencilla tarea de salvar el mundo a través de su juzgado, tiene una concepción ridícula de la vida, que da medida de su megalomanía. Egocéntrico y narcisista, disfruta mirándose a los espejos y viendo lo que ve […] Para el juez estrella el único placer de la vida es destacar por encima de los demás, ser el primero, deslumbrar con su luz; para él la felicidad consiste en eso. Su rasgo básico es la ambición. De aquí que cultive con mimo el protagonismo con el que alimentar la leyenda del magistrado justiciero que ve amanecer, absorto de sus autos y sentencias”. (NIETO, Alejandro. El desgobierno judicial. Editorial Trotta, Madrid, 2004, p. 84).


En efecto, el juez estrella es la negación de la humildad y su actuar no corresponde con el liderazgo reformador. El juez estrella no es el tipo de magistrado que se necesita en la magistratura. Aquí se necesitan jueces que entiendan que la vida es un constante aprendizaje, desde que se nace hasta el momento final. En ese sentido, hay que aprender como los grandes líderes públicos a ser justos y no justicieros, humildes y no soberbios, eficaces y no psicópatas.


El camino a un liderazgo, no es corto, sino es largo. El primer paso es reconocer la necesidad del mismo y que la sola condición de jueces no convierte a nadie en líder, para poder convertirse en tal primero se deben desarrollar muchas cualidades y así en el futuro poder tener una justicia confiable, socializada y centrada en el liderazgo reformador que con urgencia se necesita para solucionar los problemas de la administración de justicia en nuestro país.

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