top of page

EL PODER DE CREER EN TI ANTES DE LITIGAR POR OTROS

En el mundo del Derecho solemos prepararnos obsesivamente para defender a otros: estudiamos jurisprudencia, aprendemos técnicas de interrogatorio, construimos argumentos sólidos, memorizamos doctrinas y dominamos los procedimientos. Sin embargo, rara vez nos detenemos a trabajar en algo igual o incluso más importante: la confianza en nosotros mismos como profesionales del Derecho. Creer en uno mismo no es un cliché motivacional: es una competencia jurídica real. Porque, ¿Cómo defender con convicción los derechos de otro si dudas de los tuyos? ¿Cómo persuadir a un juez, negociar con un fiscal o convencer a un cliente si tu voz interna está llena de inseguridad?


En el ejercicio del litigio no solo importa lo que sabes, sino cómo te paras frente al mundo con ese conocimiento. Un abogado inseguro llega a la sala con miedo a equivocarse. Un abogado que cree en sí mismo llega preparado para aportar valor. La diferencia no está en la experiencia, está en la mentalidad. Creer en ti es asumir que tienes algo valioso que decir, que mereces estar ahí, que tu esfuerzo, estudio y dedicación te han llevado a ese momento. El litigio no empieza en la audiencia; empieza en tu diálogo interno.


John Maxwell, en su Ley del Espejo, afirma: “La manera en que te ves a ti mismo determina la forma en que ves a los demás.” Esta ley revela algo fundamental para quienes ejercemos el derecho: no podemos generar seguridad en otros si no la construimos primero dentro de nosotros. Si dudas de tu capacidad, no podrás transmitir seguridad a tus clientes. Si no confías en tu criterio, nadie confiará en tus argumentos. Si no reconoces tu valor, nadie más podrá hacerlo. La percepción que tienes de ti mismo será la percepción que el mundo construya de ti. Antes de litigar por otros, debes litigar por tu propia autoestima profesional.


Muchos creen que para litigar con seguridad hay que inflar el ego, pero la seguridad no nace del ego, nace de la identidad. El ego grita “yo lo sé todo”. La seguridad afirma “estoy preparado para aprender, adaptarme y servir”. Cuando tu autoconfianza depende del ego, cualquier error te destruye. Cuando tu seguridad nace de tu identidad y propósito, cada error te fortalece. En una audiencia, un alegato sólido puede desmoronarse si quien lo pronuncia no transmite convicción. La autoridad profesional no surge del tono elevado ni de la agresividad; surge de la coherencia entre lo que crees de ti y lo que proyectas. Los clientes no solo buscan un abogado que sepa Derecho: buscan uno que transmita seguridad, serenidad y dirección. Un abogado que duda contagia duda. Un abogado que cree en sí contagia confianza. No necesitas ser el mejor abogado del país para transmitir autoridad; solo necesitas creer en tu preparación.


La autoconfianza tiene un impacto directo en el desempeño jurídico. Cuando crees en ti, aumenta tu claridad mental, reduces la ansiedad en audiencia y te enfocas en soluciones, no en errores. En términos simples: una mente en calma piensa mejor, argumenta mejor y litiga mejor. La autoconfianza es una herramienta procesal que no está en el Código, pero marca la diferencia entre representar y defender. Representar es hablar por otro. Defender es comprometerse con su causa. Y solo puedes comprometerte si primero crees en tu propio valor como abogado.


Una práctica sencilla de coaching jurídico puede ayudarte a fortalecer esa seguridad antes de una audiencia: respira profundamente durante 15 segundos, declara mentalmente “estoy preparado, tengo valor, puedo aportar” y recuerda un logro pasado que te haya hecho sentir orgulloso. Ese recuerdo actúa como un ancla emocional. No es magia: es entrenamiento mental. El litigio, en esencia, es un acto de fe en ti mismo. Creer en ti no significa que jamás vas a sentir miedo; significa que decides actuar a pesar de él. Cada vez que entres a una audiencia recuerda: no estás ahí por casualidad, no llegaste por suerte, estás ahí porque trabajaste para estarlo. El litigio no es solo técnica. Es coraje, propósito e identidad.


Antes de litigar por otros, litiga por ti. Defiende tu derecho a crecer. Defiende tu derecho a equivocarte. Defiende tu derecho a creer en tu propio valor. Solo cuando un abogado cree en sí mismo, puede cambiar la realidad de otros. Porque la primera victoria de un litigante es consigo mismo.

Comentarios


Publicar: Blog2_Post
bottom of page